¿Podrá la red dorsal ser rentable?

Tras un año en rojo, Azteca y el MTC enfrentan al reto de enmendar los errores en sus proyecciones. Sobre la mesa hay varias alternativas: desde cambios tarifarios hasta privatizar la red.

Las comparaciones pueden ser odiosas, pero a veces son inevitables. Hoy la red dorsal nacional de fibra óptica nos ha puesto del lado menos favorecido de la foto regional y somos, según algunos analistas internacionales,“el mal ejemplo”, ese que no debe repetir quien desee masificar Internet. La fama no es gratuita. Somos el elefante blanco, ese con una excelente red a la que no se le está sacando provecho, debido a una mala proyección de negocios.

Azteca, empresa encargada en el 2014 de montar la red, culminó la obra a tiempo, en julio del 2016, y en el 2017 debería haber recibido ingresos que hicieran la operación sostenible más allá de los costos de mantenimiento que cubre el MTC.

La red dorsal tiene un costo de construcción y mantenimiento por 20 años de US$330 millones. Fue diseñada pensando que, además del financiamiento estatal, vendería sus servicios de transporte de datos a unas 500 empresas y conectaría 21 redes regionales. El MTC y Azteca se repartirían las ganancias, si las lograban. Nada de lo proyectado por la cartera, que dirigía primero Carlos Paredes y luego José Gallardo, se concretó.

La red tiene apenas 26 clientes y ninguna de las 21 redes regionales está lista. Como es de esperar, sus resultados financieros están en rojo -cerrarán el 2017 con un saldo negativo de US$4,6 millones- y, según manifestó Azteca ante la bolsa en México, la empresa está “en proceso de actualizar la valuación y las perspectivas de su inversión en el Perú, con el fin de determinar su compatibilidad con la definición estratégica de la compañía”.

Carlos Huamán, director de DN Consultores, advierte que Azteca no vende porque no está sola en el mercado. En la otra acera hay entre dos y seis operadores que ofrecen transporte de datos. En esas zonas en donde tan solo cinco años atrás se creía que no entrarían los privados, llegó Bitel a montar su propia fibra, y detrás de él lo siguieron sus competidores, otros operadores móviles que no querían perder cuota de ese creciente mercado.

A todos ellos les resultaba mucho más económico montar su propia red que contratar a Azteca. Algo similar está sucediendo en Colombia, en donde Azteca tampoco consigue clientes, porque su red es considerada muy cara. Allá les da pelea InterNexa, que también vino al Perú para competir directamente en el transporte de datos.

La red de InterNexa es tres veces más pequeña (unos 4.000 km), pero maneja cuatro veces más clientes (100) de alto volumen de tráfico y, claro, sus balances financieros están en azul. Tiene un 15% de participación de mercado. Por supuesto, su precio de venta (US$19) es más bajo que el de Azteca, que está obligada por contrato a cobrar US$23.

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ERRORES COSTOSOS

¿Por qué un negocio privado funciona y el otro, que cuenta con una subvención, no logra despegar? Los analistas locales coinciden en que hubo un error de diseño financiero del negocio. Para empezar, se calculó mal el consumo futuro y eso afectó el retorno de la inversión

Según un estudio elaborado por Osiptel, en el 2012 se proyectó que la banda ancha fija significaría el 69% de la demanda en el 2018, y la móvil sería el resto. Hoy vemos que la proporción es la inversa y, si somos optimistas, se mantendrá en 19% el consumo vía banda ancha fija para el 2025, porque el móvil es el rey. Hasta entonces, la red dorsal seguirá en rojo. ¿Cómo no estarlo si se estimó un tráfico de 93 Gbps para el 2018 y solo se ha obtenido 37 Gbps?

Alejandro Jiménez, ex gerente de Osiptel, destaca que el proyecto nació en desventaja desde su concepción, porque ya se incluían algunos tramos en donde había redes privadas, las exigencias técnicas eran rígidas y no se tuvo una visión clara de cómo podrían evolucionar las tarifas. Además, según Huamán, se optó por una tarifa fija cuando lo usual en el mercado es tener tarifas flexibles, negociadas por volumen.

Diseñaron un ‘Frankenstein’ rígido que mezclaba un modelo comercial con costos subvencionados, que no son competitivos frente a la flexibilidad de los privados, que mientras más volumen les contratas, más barato te cobran, refiere.

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ENMENDAR O SUCUMBIR 

Desde principios del año pasado, Azteca y el MTC vieron que la ecuación no funcionaba. Pidieron un estudio al Osiptel, el cual fue remitido a inicios de febrero de este año al MTC, luego de pasar por un debate público. En el documento se proponen cuatro posibilidades de solución: desde bajar la tarifa fija a US$15 o volverla flexible, según la zona en donde se aplique, hasta devolver la concesión.

Trascendió que, en máximo un mes, el MTC tomaría una decisión, la cual sería “drástica” y tendría otros análisis más en consideración. Desde el MTC confirmaron a Día1 que se encuentran estudiando cómo solucionar el problema y que la alternativa elegida será evaluada en conjunto con el MEF y la Contraloría, pues se trata de un contrato bajo la modalidad de APP (asociación público-privada). Mientras eso ocurre, la tensión crece, tanto entre los clientes como entre los competidores de la red.

Osiptel recomienda como lo más idóneo establecer una tarifa flexible, es decir que Azteca pueda negociar de acuerdo al nivel de competencia que tiene en cada región. Gonzalo Ruiz Díaz, ex presidente de Osiptel y hoy economista asociado de Macroconsult, respalda la propuesta. Eso le daría al operador la posibilidad de hacer descuentos por volumen y conseguir más clientes. Sin embargo, Ruiz advierte que deberá darse una supervisión estricta del regulador, para evitar que se favorezca de manera indebida a algún operador frente a otro.  Coincide Jiménez, quien añade que la flexibilidad debería darse en todas las zonas y no solo en donde ya existe competencia, porque es justamente donde no hay nadie brindando el servicio que se necesita un precio más bajo.

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Algunos usuarios de la red dorsal, como Optical Network (ON), creen que esta alternativa es la más razonable, pero aceptan que no será del agrado de todos. Coincide Christian Chee, de Gilat Perú, quien resalta que a los operadores de las redes regionales (aún sin inaugurar) les urge una tarifa más baja.

Entre los que discrepan con la flexibilidad está Telefónica, que concuerda en que la tarifa debe bajar, pero no así, porque se generaría una competencia desleal en zonas donde ya existen actores privados. Ello, dado que la red es un producto subsidiado. Por concepto, el subsidio debe darse solo en las zonas donde no llegan los privados, algo que ya no sucede en la mayoría de las capitales de provincias del país. Y eso es lo que más mortifica a Sergio Mávila, gerente de InterNexa, quien pide que hagan un análisis muy fino antes de favorecer a quien ya tiene ventaja con el subsidio. Huamán va más allá, pues cree que la última de las opciones puede ser hoy la más conveniente: disolver el contrato y vender la red en zonas donde hay competencia. ¿Existirían postores? InterNexa, Entel u otros rivales podrían comprar algunos kilómetros.

Los analistas internacionales, no obstante, advierten que la región no pasa por su mejor momento y no se observa interés de nuevos grandes grupos por entrar al continente este año. GNC Conecta advierte que volver a licitar generaría mayores retrasos. Además, la imagen del Perú se vería perjudicada con un contrato anulado y un cambio de reglas. ¿Será necesario llegar a ese extremo? El MTC tiene hoy la oportunidad de encontrar una solución, renegociar o, en el peor escenario, volver a fojas cero.

PREVISIONES REGIONALES ESTANCADAS 

Labor pendiente. El problema de la red dorsal no es solo la tarifa. Los retrasos en las redes regionales agravan la situación.

“Imagina una autopista nueva, flamante, sin vehículos. Eso es la red dorsal hoy”, lamenta Fernando Grados, analista de Dominio Consultores. El problema, explica, no es solo que sea caro pagar para circular por ahí, sino que no hay conexiones, es decir no hay pistas para circular en los pueblos a los que llega la autopista. Esas ‘callecitas’ que le darían capilaridad a la red dorsal son las 21 redes regionales que no están listas.

Azteca había previsto que para el 2018 ya estuvieran todas las regiones licitadas y al menos más de la mitad estaría operando, lo que garantizaría un nivel de tráfico. Eso no ha ocurrido. Adendas, trabas burocráticas, sobrecostos y un largo etcétera han complicado las obras y nada ha sido inaugurado.

Christian Chee, de Gilat Perú, añade a estas dificultades los cambios en el diseño de los proyectos regionales. Se suponía que todos estarían obligados a conectarse a la red dorsal, pero de los proyectos regionales licitados por el MTC, solamente seis tienen la obligación de usar la red dorsal y los otros siete podrán usar otras opciones más económicas. Y no se sabe cómo serán los otros que faltan licitar.

La penetración de Internet crece cerca de 10% cada año e incluso en zonas rurales ha ido evolucionando muy favorablemente, sí, pero según los reportes de Osiptel es gracias al incremento de tenencia de equipos móviles. En las encuestas de hogares todavía no se ve un salto importante en las conexiones fijas, que son las que se dinamizarían con la inauguración de las redes regionales. La señal llega a la capital de provincia, pero no a las casas.

Si este año se toman decisiones importantes, tanto en definición de tarifas como en la ejecución de las obras regionales, según Grados, ya en el 2020 se verían los resultados. La venta de PC en provincias se duplicaría, comenta, y se podría lograr el soñado 60% de penetración.